Cuadro pintado por el Artista Roland Ramirez (operaludica@gmail.com)

miércoles, 22 de junio de 2016

NI CALVO NI CON DOS PELUCAS

El Ministro de Comercio Exterior hizo recientemente unas interesantes declaraciones en el sentido de que cada empresa venezolana debería generar sus propios dólares. Una declaración de ese tipo amerita una serie de reflexiones adicionales. Como la única forma legal de generar dólares es por la vía de exportar bienes o servicios, la declaración del ministro se puede interpretar como una exhortación a que todas las empresas del país incrementen su competitividad internacional y se conviertan en empresas exportadoras. Eso sería indudablemente muy positivo, pero desgraciadamente creo que las cosas no suceden en esos términos en ninguna parte del planeta tierra. En todos los países conocidos hay empresas que son grandes exportadoras y, paralelamente, hay empresas que no exportan ni una sola locha, sino que toda su producción va encaminada hacia el mercado interno.
Pero puede perfectamente suceder que estas últimas - las que no exportan - necesiten de todos modos insumos y materias primas importadas. Necesitan, por lo tanto, comprarle dólares a alguien. Y como los que exportan no utilizan totalmente esos dólares para importar, sino que necesitan moneda nacional para pagar salarios y hacer compras de bienes y servicios en el mercado local, entonces necesitan vender en el mercado interno todo o parte de los dólares que han obtenido legítimamente en el mercado internacional. Se genera así la necesidad de un mercado de compra y venta de dólares que relacione a los ofertantes y demandantes, y termine beneficiando a unos a otros. No se puede, por lo tanto, satanizar a las empresas que necesitan dólares, pues ellas están dispuestas a comprarlos - no están pidiendo que se los regalen – y su actividad es fundamental para la buena marcha de la economía nacional.  Más claro aún: sin la producción de esas empresas que no producen dólares, la economía no podría funcionar. No se les puede condenar a desaparecer. 
No se puede a esta altura de los tiempos concebir una sociedad en que las únicas empresas manufactureras que existan sean las que generan dólares, y con esos dólares se importen todos los bienes de consumo que el país necesite. Ese modelo de desarrollo ya pasó. Tuvo su período de auge en el siglo XIX pero ya pasó. Ahora hay empresas que producen para el mercado interno y que necesitan dólares, y que es bueno para la salud de la economía, que funcionen con la mayor normalidad y eficiencia posible. Lo que se deduce de todo lo anterior es que hay que incrementar la cantidad de empresas que generan dólares, para que funcionen a su vez la mayor cantidad posible de aquellas empresas que necesitan dólares pero no los generan.
En materia de producir dólares es importante recordar que en este país hay una cantidad importante de empresas que podrían perfectamente generar sus propios dólares, si las dejaran. Pero no las dejan. Les ponen tal cantidad de trabas, requisitos y alcabalas, que prácticamente impera sobre ellas una prohibición de exportar. Hay que generar condiciones como para que todo el que pueda exportar, desde el punto de vista de su competitividad internacional, lo haga.
En segundo lugar, hay que generar condiciones como para que la oferta de dólares que generan las empresas que exportan -públicas o privadas -  se pueda encontrar con la demanda que proviene de los que necesitan dólares para importar. Es decir, generar las condiciones para que exista y funcione un mercado de divisas. Actualmente no hay un mercado de divisas legal y accesible para exportadores e importadores. Es posible que un mercado funcione en determinados momentos, con ciertas anomalías, y en esas circunstancias eventuales, el Estados deba tener mecanismos o instrumentos para arreglar en esos mercados lo que funcione mal. Pero en el mercado cambiario venezolano no se han tomado medidas para que funcione bien, sino que todas las medidas que se han venido tomando en los últimos años están encaminadas a que el mercado cambiario no funcione en absoluto. Se le ha sustituido por una asignación centralizada, poco transparente y arbitraria, que en la práctica es una gran fábrica de nuevos ricos. Como resultado de todo ello, las empresas que necesitan dólares para producir mercancías para el mercado interno no tienen acceso a ellas.
Por lo tanto, siendo buena la idea de que se incremente la cantidad de exportadores - y siendo buenas todas las medidas de política económica que se tomen para acercarse a dicho objetivo - tampoco hay que exagerar y postular que todos deben ser exportadores. En este mundo, desde que hay división del trabajo, algunos son exportadores, otros son importadores, y otros son exportadores que a su vez pueden importar materias primas y otros bienes y servicios con los propios dólares que ellos mismos generen. Pero para que todos estos diferentes agentes económicos estén interconectados y se apoyen recíprocamente, se necesita que funcione de verdad verdad un mercado cambiario. Más aun, se necesita un mercado cambiario unificado - como recomendó recientemente el grupo de economistas que reunió la Unasur para asesorar al gobierno venezolano - pues los tipos de cambios múltiples, como han funcionado hasta este momento, generan necesariamente la intervención del gobierno para que discrimine entre quienes reciben dólares y quienes no y - entre los primeros-  quienes los reciben a un precio y quienes a otro, lo cual es la madre de todas ineficiencias y de todas las tentaciones. 
Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO CONOMÍA Y NEGOCIOS el día 22 de Junio de 2016.

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