Estaba pacíficamente sentado un monje musulmán a la orilla
de un rió cuando un transeúnte que paso por allí, al ver la
parte posterior de su cuello desnudo, no pudo resistir la atentación
de darle un sonoro golpe. Y quedo encantado del sonido que su
golpe había producido en el cuello del monje, pero este que sufría
por escozor se levanto para devolverle el golpe.
"Espera un momento -dijo el agresor-. Puedes devolverme el golpe
si quieres, pero responde primero a la pregunta que quiero hacerte:
¿Que es lo que que ha producido el ruido: mi mano o tu cuello?
Y replico el monje: "Respondete tu mismo. A mi el dolor no me
deja teorizar. Tu puedes hacerlo porque no sientes el dolor que siento yo".
Reflexión:
Que razón llevaba el monje musulmán: cuando estamos sufriendo por
algo negativo que nos ha ocurrido, no estamos para conversaciones. En
la vida hay muchos dolores y si, desde pequeños, no nos acostumbramos
a aceptarlos y encajarlos, vamos a ser muy desgraciados.
Los psicólogos dicen que del dolor no se libra nadie, pero del sufrimiento
(que es el eco que prestamos personalmente al dolor) si que nos podemos
librar, por ser una opción libre.
Mario Hernández :.(El hijo de la Vieja Lourdes)
No hay comentarios:
Publicar un comentario