La
Tercera Cruzada, en la que participaron
todos los principales Soberanos de Europa, comenzó en 1189 y continuó hasta
1192. Ricardo I de Inglaterra, Felipe Augusto de Francia y Federico Barbarroja
de Alemania se encontraban entre los líderes más destacados de esta cruzada. El
centro del ataque fue la ciudad de Acre, contra la cual se reunieron más de
100.000 cruzados. La ciudad finalmente fue tomada en julio de 1191, después de
un asedio largo y costoso. Esta cruzada no pudo recuperar Jerusalén, su
objetivo principal, pero tomó Acre. Richard y Saladin, ambos brillantes
comandantes, se respetaban como adversarios y privilegiaban una solución
diplomática, el Tratado de Jaffa, firmado en 1192, dejó a los francos del Rey
Guy en control de la costa desde Acre hasta Jaffa y les dio acceso a los
cristianos a Jerusalén.
La Cuarta Cruzada, a partir de 1202, fue principalmente una
empresa francesa bajo la dirección del Marqués de Montferrat. Esta Cruzada organizada principalmente contra
Egipto fue desviada por motivos
políticos contra Constantinopla, que fue capturada en 1204.
La Quinta Cruzada debía su origen al celo del Papa Inocencio III para recuperar Jerusalén. Comenzó en 1218 y duró hasta 1221. Las fuerzas se
reunieron en Alemania y Hungría y
se unieron a fuerzas ya en Palestina. Egipto fue de nuevo el objetivo del
ataque. La fuerte fortaleza de
Damietta pronto fue tomada, pero más compromisos fueron inútiles y finalmente las Cruzadas se rindieron a Damietta y
regresaron a casa.
La Sexta Cruzada comenzó en 1228 bajo el liderazgo de Federico II.
Debido a su diplomacia, y sin una guerra
importante, fue capaz de concluir un tratado
con el sultán de Egipto en 1229, dándole
la posesión de la Tierra Santa sobre la cual se coronó Rey de Jerusalén.
La Séptima Cruzada siguió a la pérdida de Jerusalén en 1244. En
el Concilio de El Papa Inocencio IV predicó a favor de una nueva Cruzada, que
se organizó en 1245 bajo el liderazgo de Luis IX de Francia. Egipto, la sede
del poder Musulmán, fue seleccionado como el principal punto de ataque. Después
de algunos éxitos, los cruzados fueron mal encaminados. Louis fue capturado y
obtuvo su liberación solo mediante el pago de un gran rescate y la rendición
del territorio capturado.
La octava y última cruzada dirigida por Luis IX fue contra Túnez en
África. La muerte de Louis, poco después de aterrizar en África le puso fin. El
Príncipe Eduardo de Inglaterra, que tenía la intención de unirse a Louis, fue a
Tierra Santa, pero tuvo poco éxito y regresó a casa en 1272.
CONTINUARA...
Basado en la exposición del S.K. Stefan MASU, Ph.D. Bucharest.
Bajo la dirección de la Caballería Templaria Santiago Mariño N° 1. Venezuela.
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