Fueron destruidos en gran parte los archivos,
documentos y piezas de incalculable valor histórico; símbolos y joyas Masónicas
que pertenecieron a los padres de la patria y próceres de la Patria.
Con ello
perdió el país una parte importante de su acervo histórico.
La Cámara Capitular
quedó completamente calcinada. La Gran Secretaría quedó calcinada en un 70% y
todos los muebles y reliquias destruidas.
De la posterior remoción de escombros
se rescataron algunas medallas, monedas y joyas de metal.
Nunca en la historia del país se había vivido
un atentado de esta naturaleza en contra de la Masonería Venezolana.
El templo Masónico fue construido en 1.876 y
resistió todas las reacciones de los movimientos revolucionarios y políticos
producidos a fines del siglo XIX, y principios del XX, sin que nadie
profanase su recinto.
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